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Asistencialidad escolar en Chile (1899- 1964)

La asistencialidad escolar surgió de la necesidad del Estado de combatir las carencias de alimentación, vestuario y salud que ocasionaban el ausentismo escolar, cuando éste se transformó en el principal escollo para instalar la educación pública.

Al definir la escuela como eje del proyecto modernizador republicano, se creó una institucionalidad que garantizara su funcionamiento y validación social. Sin embargo, niñas y niños asistían a las aulas intermitentemente.

Un primer intento por resolver este problema fue apelar a la responsabilidad del Estado como garante de la gratuidad escolar y al deber de los padres de escolarizar a sus hijos. La Ley de Educación Primaria Obligatoria promulgada en 1920 fue el resultado de ese esfuerzo.

Pero la obligatoriedad de la enseñanza no frenó la asistencia irregular, pues su origen estaba en las precarias condiciones de vida de niños y niñas y de su entorno familiar. Para remediarlo se requería acercar la escuela a estas familias mediante la protección social.

Desde los ámbitos público y privado surgieron prácticas y discursos que reivindicaban el cuidado, educación, salud y diversión en la infancia . Estas preocupaciones se manifestaron en la ejecución de acciones para combatir su abandono, disminuir la mortalidad y mejorar sus condiciones sanitarias, materiales y morales.

A ello se sumaba la función civilizadora otorgada a la escuela. La enseñanza era considerada un instrumento de regeneración moral para los sectores populares, se estimaba que en el aula los estudiantes debían prepararse "para ser buenos ciudadanos, civilizados y disciplinados trabajadores" (Orellana, 2009: 32).

La concepción del derecho a la infancia produjo un cambio en las acciones de responsabilidad social y estatal ante el destino de niños y niñas. Así, su peso, talla, enfermedades, vestimenta y abandono impulsaron la implementación de políticas asistenciales para incentivar el trabajo en los recintos educativos.

A fines del siglo XIX, las primeras iniciativas se sustentaron en la caridad, pero la viabilidad de la educación pública exigía un mayor protagonismo del Estado, lo que culminó a lo largo del siglo XX en la organización y generalización del auxilio en las escuelas enfocado en la alimentación , la salud y recreación.

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